Fue el propio Giorgio Armani quien que descubrió lo que en China podían hacer con un reloj de su propia colección. Una falsificación perfecta por apenas 21 dólares. Ello le empujó a establecer en Asia parte de sus talleres de ropa y complementos y a programar la apertura de 30 tiendas en un inmenso país que le impresionó por una impecable imitación. A sus 69 años, Armani conoce el mercado mucho mejor que la mayoría, por lo que supo leer entre lineas y declarar que si bien en el continente amarillo existen millares de falsificaciones de lujo también hay una demanda creciente de los productos verdaderos.
     Dicho y hecho. Las ventas de Armani en China subieron tras su implantación un 17%. Firmas como Gucci, Prada, Cartier o Vuitton también han sucumbido al inmenso país asiático y registrado grandes beneficios.
     Entre la admiración y el interés, Armani presenta su nueva campaña asiática.



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